Celtis Australis



Cuando no puedo dormirme, acudo a un par de trucos para intentar conciliar el sueño. Uno de ellos es evocar imágenes agradables, que me transporten a lugares bellos y tranquilos. Son normalmente imágenes recurrentes, que a fuerza de imaginar puedo dibujar mentalmente con detalle.

Una de las imágenes que más me calman es la de un viejo árbol, en concreto un Almez o Lledoner como lo llamamos aquí. Con copas tan frondosas y anchas que parece que te vayan a abrazar. Su presencia me calma. También me lo imagino en invierno, despojado de sus hojas, filtrando la luz fría de enero. Su imagen me llena de fuerza, hace que me sienta reconfortado y humilde.

Dicen que en Mallorca, cuando nacía el primogénito de una casa se plantaba uno de estos árboles de hoja caduca frente al hogar. Es posible verlos todavía en viejas posesiones y casas de campo. Es un ser vivo que ha sobrevivido a su hermano humano, y que de alguna forma sigue estando allí por él; mirando por él, sintiendo por él; como una extensión de aquel que se fue, y que además sobrevivirá a varias generaciones más, tal vez vele por ellas a su manera, nunca podremos saberlo.

Si en la Tierra, el 99,7% de la biomasa terrestre, la representan los vegetales. Si el plantea es su dominio desde hace 400 millones de años. Es normal pensar, que los árboles se adentren también con sus ramas en nuestros sueños, los exploren y los palpen con la punta de sus sensitivas raíces.


Fotografía de árbol más hermoso que he visto de la especie Celtis Australis; en el cementerio de Montuiri - Mallorca


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